La animación a la lectura

 

por Chema Gómez de Lora

INTRODUCCIÓN

No es igual un niño a quien le gusta mucho leer (de éstos no hay abundancia) que un chico a quien le gustan las historias con personajes, que, o bien las escucha, o bien las ve en pantalla (la mayoría). Leer exige tiempo y esfuerzo, nos hace avanzar a la velocidad de la tortuga. Los padres y educadores deben saber si la lectura provoca placer o aburrimiento en el menor. A veces es mejor ver una película primero y luego leer su historia que leerla sin más. Para motivar, la historia tiene que tener cierta vivacidad y si al niño le cuesta mucho esfuerzo leer ¿por qué no ofrecerle un cómic o una película? Quizás así, se prepare para su futuro como lector de libros de hormigas-letras.

 

CLAVES DE ESCRITURA

MOTIVAR A LEER ES COMPLEJO

No debemos pensar ingenuamente que animar a un niño a leer consiste en algo así como presentar anuncios en la televisión que digan de forma amable: --niño, lee, que es bueno--. La lectura no se puede publicitar como los yogures. Motivar a leer es algo más complejo.

Voy a contar una anécdota: hace unos años estrenaron una película española de dibujos animados llamada El Cid. Hicieron una entrevista en la televisión a sus dibujantes y, uno de ellos, un hombre mayor de pelo blanco y abdomen blando, contó que uno de los últimos días antes del montaje definitivo, el director cambió de opinión muy de mañana y modificó una escena de castillo. Un soldado no se quedaría sentando escuchando al Cid sino que se levantaría y saldría de la habitación dando un portazo. Al dibujante le pareció buena idea, pero enseguida adivinó que esa noche no iría a cenar a casa y probablemente ni siquiera se acostaría antes de las cuatro o cinco de la madrugada. Porque dibujar mediante animación a un tipo incorporándose de una silla, caminando, abriendo y luego cerrando la puerta puede ocupar de doce a catorce horas de lápiz y ordenador.

Si no fuera una película de animación y el director se encaprichara con una escena similar, tampoco sería tan sencillo como que el actor se levantara, diera unos pasos y saliera por la puerta. Habría que modificar muchas cosas, algunas de las cuales llevan muchos minutos de trabajo: focos, escenario, orden de trabajo, cuadernos de los scrip, maquillaje, posición de los figurantes...

Y si fuera un escritor el que se propone cambiar ese detalle dentro de una escena, probablemente no tendría más que coger la pluma o el teclado y escribir en dos segundos: --el soldado, se levantó, salió de la habitación y dio un portazo a la puerta.-- Ni siquiera tendría la necesidad de contar lo que pasa entre el momento en que se levanta y el momento que alcanza la puerta.

Pues bien, todo el esfuerzo que se ahorra el autor literario respecto al dibujante de comics (tres o cuatro segundos frente a doce horas del ilustrador) lo tiene que aportar el lector. ¿Cómo entonces vamos a decir que los niños no tienen mucho trabajo en el ejercicio de leer? Emociones, imágenes de multitud de objetos y personas, conceptos, planos y después acciones que agrupen esas imágenes... las aporta de su cosecha y, en gran medida, el lector. El presupuesto mental que debe gastar en montarse su propia película una vez descifradas todas esas hormiguitas-letras es brutal.

Leer es costoso. La lectura exige la concentración de varias facultades mentales. Bueno, no sólo leer. Todo aprendizaje en general es costoso, requiere un esfuerzo. Y el esfuerzo puede ser sacrificado o gratificante.

Cuando yo avanzo con el balón por el área contraria, corriendo a gran velocidad y el defensa no me puede alcanzar, estoy haciendo un esfuerzo, pero no es un esfuerzo que yo perciba como un sacrificio sino como un placer porque: (1) me siento muy a gusto de mi superioridad respecto al contrincante, (2) estoy casi seguro de que cuando esté solo delante del portero voy a marcar gol y (3) toda mi familia me está aplaudiendo desde las gradas.

Por el contrario, si en semejante escena: (1) tengo en frente tres defensas grandotes como troncos de fresnos (2) mi historial deportivo me dice que soy un paquete chutando el balón a la portería y (3) entre los espectadores no tengo familiares sino alumnos de bachillerato resentidos, cada zancada que doy me puede resultar muy costosa, un auténtico sacrificio.

En resumen, ante una tarea gravosa para mi mente como es leer, lo mejor que puedo hacer es motivarme o tener personas a mi lado que me motiven. Por tanto un buen animador de la lectura se aproxima más a un buen educador (una persona que domine las técnicas de la psico-pedagogía) que a un amante de los libros con muchas páginas de lectura a sus espaldas.

 

CONSEJOS PRÁCTICOS

Finalmente quisiera dar cinco consejos prácticos y concretos:

1.No utilices la lectura como castigo

Obligar a aprender algo produce en general efectos negativos sobre el que lo aprende y sobre la materia que se estudia. Peor aún es utilizar los cuentos y novelas como objeto de castigo porque aleja emocionalmente a niños y jóvenes de la literatura.

2.Proponles que dejen el libro si no les gusta

Ideas como: --si te has empezado el libro, ahora te lo acabas--, como si tuviera el mismo sentido que exigir a un niño que se termine el enorme helado que ha escogido en la heladería, desvía el sentido de placer e interés que debe suscitar la lectura de obras artísticas. La percepción del arte va asociada a la ilusión, la magia, el placer y el aprendizaje. Sabemos que es imposible que las condiciones --atmosféricas-- de un aula puedan ofrecer siempre estos objetivos, pero de ninguna manera debemos utilizar los libros como medio del aprendizaje de la disciplina y los límites.

3.Lee en alto, pídeles a los niños que también lo hagan delante de otras personas, diviérteles --cantando-- las líneas, las frases y los párrafos con melodías conocidas, en gregoriano o como los niños de San Ildefonso el día de la lotería nacional. Ten en cuenta que los canales cerebrales que reciben la música están directamente conectados con el cerebro emocional. Y sentimientos y emociones es precisamente lo que queremos remover los escritores en nuestro público lector.

4.Destina un tiempo en tus clases o en casa a que los chicos lean. Pero lee tú también, mientras ellos lo hacen. No tiene mucho valor que ellos lean en sus pupitres y que tú vigiles desde la mesa del profesor: coge la novela que te guste y que te vean concentrado en ella.

5.Recomiéndales libros, oriéntalos en la biblioteca, cuéntales de qué van las novelas. Y también preséntales a los autores e ilustradores, abre sus páginas Web y sus blogs, confiesa a tus hijos y alumnos cotilleos y excentricidades de los escritores... todo ese tipo de trucos no hacen mal a nadie. Al contrario, cultivan el aspecto social y lúdico que también tiene el mundo de los libros. Mientras la lectura no se paralice con lo anecdótico o lo que está de moda no tengas pudor por ello.

 

TALLER DE LECTURA

Fragmento del prólogo de José Antonio Marina, para el libro La animación a la lectura-- de la editorial SM:

--La dificultad de este --trabajo-- no se debe disimular con espectáculos, pero las técnicas de animación a la lectura pueden iluminar las mentes, a veces encorsetadas, de los niños y atraerlas hacia la lectura por lo cercana que están de su imaginación las historias escritas.

Para divertirme tengo las películas o la televisión. Para conseguir información los vídeos o los multimedia. Todo el mundo sabe que una imagen vale más que mil palabras. Entonces, ¿para qué gastar tiempo leyendo libros, que es una actividad lenta, poco afectiva y, si me apuran, anticuada? ¿No será uno de esos consejos que se repiten por inercia y que conviene dejar que entren por un oído y salgan por el otro?

La lectura no es importante porque divierta, o porque transmita información, o porque nos permita conocer la literatura de nuestro Siglo de Oro, sino por algo más radical: porque la inteligencia humana es una inteligencia lingüística. Sólo gracias al lenguaje podemos desarrollarla, comprender el mundo, inventar grandes cosas, convivir, aclarar nuestros sentimientos, resolver nuestros problemas, hacer planes. Una inteligencia llena de imágenes y vacía de palabras es una inteligencia mínima, tosca, casi inútil.

Para que nuestra inteligencia sea viva, flexible, perspicaz, divertida, racional, convincente, necesitamos, en primer lugar, saber muchas palabras. No se trata de un adorno, sino de algo más importante. Cada vocablo es una herramienta para analizar la realidad. Por ejemplo, el vocabulario sentimental nos permite aclarar lo que sentimos. En él está sedimentado el saber de nuestros antepasados, las diferencias que han descubierto en el complejo y resbaladizo mundo afectivo. Ser miedoso no es lo mismo que ser cobarde. Sentir celos no es lo mismo que amar. Ser listo no es lo mismo que ser inteligente. Podemos pasarnos de listos, pero nunca nos pasaremos de inteligentes.

Uno de los dogmas más contundentes de nuestra cultura dice que una imagen vale más que mil palabras. En cierto sentido es irrebatible. También un olor vale más que mil palabras, y una caricia y una música y un dolor de muelas. Todo conocimiento perceptivo sobrepasa en algo a la palabra, se mueve en otro registro. Pero gracias a la palabra, que es un medio lento, desplegamos el significado de la percepción, que es un medio veloz. La imagen es una totalidad que nos seduce por la rapidez con que la captamos. La explicación, el razonamiento, la argumentación son frutos pausados de la palabra.

La lectura nos enseña a explicar y a explicarnos lo que somos, lo que sentimos, lo que nos ha pasado, lo que nos gustaría que sucediera. Las personas incapaces de hacerlo son inarticuladas, torpes, razonan con dificultad, están pegadas a lo concreto, a la última imagen que les ha impresionado, son incapaces de relacionarse con las grandes ideas de la humanidad, con sus grandes proyectos, con sus grandes sentimientos.--

 

COMENTARIOS SOBRE EL TEXTO

José Antonio Marina es uno de los intelectuales españoles que con más nitidez expresiva divulga en la actualidad los conocimientos de la filosofía y las ciencias humanas. El texto anterior me gusta porque defiende que leer no siempre es lo más fácil y divertido que se puede hacer, y a pesar de ello, no pierde su fuerza atractiva y su valor. Marina subraya la importantísima labor de la lectura en el desarrollo infantil y juvenil. Hay un párrafo de su tesis que certifica que leer ofrece el gimnasio más completo para el progreso intelectual. Concentrar el entendimiento entre las páginas de un libro es una actividad que cuenta con todos los aparatos para mover los --músculos-- de las neuronas y conviene explicarle a los chicos que, aunque hacer esfuerzo intelectual cansa y requiere aguante y sacrificio, cuando se duchan y salen con sus amigos a celebrar sus logros con las pesas y la bicicleta estática, se empiezan a encontrar mucho mejor que antes, el momento en que entraron en el centro deportivo cansados de estar sentados ocho horas en el pupitre y con el cuerpo flojo. Y sobre todo lo van a notar el domingo en el partido de fútbol. Gracias a su condición física serán mucho más libres que sus adversarios para mover la pelota, comprender la jugada y planear el pase o el disparo a puerta. El buen lector es el que más músculo, resistencia y condición intelectual puede ofrecer. Apuntad todas las ventajas que presenta José Antonio Marina de la actividad de leer. Salen muchas:

--Para que nuestra inteligencia sea viva, flexible, perspicaz, divertida, racional, convincente, necesitamos, en primer lugar, saber muchas palabras. No se trata de un adorno, sino de algo más importante. Cada vocablo es una herramienta para analizar la realidad. Por ejemplo, el vocabulario sentimental nos permite aclarar lo que sentimos. En él está sedimentado el saber de nuestros antepasados, las diferencias que han descubierto en el complejo y resbaladizo mundo afectivo. Ser miedoso no es lo mismo que ser cobarde. Sentir celos no es lo mismo que amar. Ser listo no es lo mismo que ser inteligente. Podemos pasarnos de listos, pero nunca nos pasaremos de inteligentes--.

 

DATOS DEL AUTOR

José Antonio Marina: Nació en Toledo en 1939. Filósofo y escritor polifacético, ha conseguido hacer compatible sus investigaciones sobre la inteligencia con su labor como profesor de Filosofía y sus estudios relacionados con la fenomenología, la psicología genética, la neurología y la lingüística, trabajos que le han ocupado los veinticinco últimos años de su prolífica vida. La publicación de su primer libro data de 1992, y su creciente fama le ha llevado a recibir numerosos galardones que le han convertido en uno de los pensadores españoles más notables de la actualidad.

 

RESUMEN

-¿Cómo entonces vamos a decir que el lector no tiene mucho trabajo en la lectura? Emociones, imágenes de multitud de objetos y personas, conceptos, planos y después acciones que agrupen esas imágenes... las aporta de su cosecha y, en gran medida, el lector.

-Ante una tarea gravosa para mi mente como es leer, lo mejor que puedo hacer es motivarme o tener personas a mi lado que me motiven. Por tanto un buen animador de la lectura se aproxima más a un buen educador (una persona que domine las técnicas de la psico-pedagogía) que a un amante de los libros con muchas páginas de lectura a sus espaldas.

-Uno de los dogmas más contundentes de nuestra cultura dice que una imagen vale más que mil palabras. En cierto sentido es irrebatible. También un olor vale más que mil palabras, y una caricia y una música y un dolor de muelas. Todo conocimiento perceptivo sobrepasa en algo a la palabra, se mueve en otro registro. Pero gracias a la palabra, que es un medio lento, desplegamos el significado de la percepción, que es un medio veloz. La imagen es una totalidad que nos seduce por la rapidez con que la captamos. La explicación, el razonamiento, la argumentación son frutos pausados de la palabra.

El texto de José Antonio Marina me gusta porque defiende que leer no siempre es lo más fácil y divertido que se puede hacer, y a pesar de ello, no pierde su fuerza atractiva y su valor.

 

BIBLIOGRAFÍA

Sarto Cels, Montserrat: Animación a la lectura, Madrid: Ediciones SM, 1998 (Colección Padres y maestros).

 

 

PROPUESTAS DE ANIMACIÓN A LA LECTURA

Ofrecemos a continuación un menú de actividades de animación a la lectura que se pueden hacer en la escuela, en el Instituto, en una biblioteca o en casa. Al final de cada una de ellas indicamos la edad recomendada (preferente pero no exclusiva) para realizarlas.

 

1. EL BINGO DE LOS NOMBRES DE LA CLASE

Gracias al egocentrismo y al descubrimiento del yo los niños de 3 a 5 años sienten fascinación por sus fotos, sus nombres, el apellido de su familia, su habitación... en fin, por todo aquello que les ayuda a desarrollar su propia identidad. Una buena manera de aprender las letras es jugar al bingo con las letras de su nombre. El profesor va sacando del bombo las letras al azar. Cuando el alumno oye una de las letras de su nombre la puede tapar con una pegatina. Así, hasta completarlo. De esa manera descubren que esos bichitos tan abstractos y difíciles de manejar tienen un valor icónico y emocional para ellos.

Edad: 3 a 5 años

 

2. LOS DEBATES

Sobre el tema, los problemas humanos que expresa el libro o sobre sus personajes se pueden crear debates. Es algo que tiene mucha tradición, pero que no pierde vigencia porque el arte de la oratoria y la argumentación es muy sano desde un punto de vista social e intelectual. Por ejemplo, ante cualquier novela de género fantástico el profesor puede provocar una reflexión sobre el papel de la fantasía en el universo de los niños: ¿Existen las hadas? ¿Conoces alguna de esas criaturas? ¿Y los duendes y trasgos? Después de esta pequeña reflexión, el profesor puede pedir que se realice una lista de personajes fantásticos: todos aquellos que conozcan.

Si el género de la novela es realista (trata problemas cotidianos de niños y jóvenes) surgen infinidad de asuntos para debatir: ¿Por qué a veces no se relacionan bien los padres con los hijos? ¿Qué nos hace sufrir en clase? ¿Por qué a veces nos dan ganas de burlarnos de los demás? ¿Por qué nos gusta que en una clase todos nos llevemos bien?

 

Edad: de 3 a 18 años

 

3. El ENTORNO DEL LIBRO Y DEL LECTOR

Muchas historias comienzan describiendo el entorno que rodea al protagonista. Si el libro escogido habla del paisaje o del hábitat del protagonista puedes proponerles que recreen su propio territorio personal para luego compararlo con el de los personajes de la historia. Puede ser su dormitorio, un parque, una playa, una montaña, una ciudad o pueblo: lo importante es establecer una comparación que permita concluir si el cuento se mueve en un tono realista, fantástico, inverosímil, ñoño...

Edad: de 6 a 18 años

 

4. LAS FIESTAS DE DISFRACES

Con motivo de la lectura de un cuento o novela se pueden preparar fiestas disfrazados de personajes de la obra. Los niños deberán apuntar con detalle las formas de vestir de los protagonsitas de la novela que están leyendo para luego elaborar con telas, papel y cartulinas los trajes y complementos que se van a poner. Una vez disfrazados se puede jugar a representar fielmente alguna escena de la novela. También es divertido alterar los diálogos y escenarios... o exagerar con humor e ironía el comportamiento de los personajes.

Edad: de 3 a 18 años

 

5. LA SUBASTA DE NOVELAS

Es una actividad que se realiza por grupos después de la lectura. El profesor escoge tantas novelas como participantes integren cada grupo y pide que cada miembro lea una distinta. Así, si se forman cinco grupos de seis personas se ofrecerán seis títulos distintos. Antes de comenzar la subasta cada grupo discute y ordena los textos según sus valores: la que cuenta con mejores personajes, la más divertida, la que te hace pensar más...

Cada equipo dispone de 100 puntos para el juego y debe administrarlos en la puja lo mejor posible para llevarse la máxima cantidad de libros o los más interesantes.

 

El profesor guarda en secreto las puntuaciones de cada novela (3, 2 y 1 se reparten por cada valor: personajes, argumento, diversión, valores): por ejemplo, si la subasta se hace con obras de Roald Dahl, el profesor puede dar los 3 puntos por la originalidad de sus personajes a Matilda y los de diversión a Charlie y la fábrica de chocolate . La máxima puntuación por valores educativos quizás se los otorgue a la obra Los cretinos . Una vez terminada la subasta el profesor anuncia, argumenta y debate con los alumnos las puntuaciones de cada libro. Finalmente se suman los puntos obtenidos por las obras adquiridas.

Edad: de 6 a 18 años

 

6. CANCIONES

Se ha descubierto que las capacidades musicales residen muy cerca del cerebro emocional en nuestro encéfalo. Disponemos de buenas carreteras para que las neuronas circulen con rapidez de la canción a la tristeza o del ritmo del tambor a la excitación de la alegría. --Musicar-- los textos poéticos o narrativos puede ser muy atractivo para los niños y adolescentes: Llevar a clase los poemas de Miguel Hernández, Alberti, Neruda, Ángel González o Machado versionados por Serrat, Paco Ibáñez o Pedro Guerra ayuda a descubrir el placer de la literatura.

Los cuentos cantados en grupo, bien a partir de adaptaciones de historias tradicionales o bien inventados por ellos partiendo de un ritmo conocido pueden ser excelentes ejercicios que combinan la animación a la lectura con la animación a la escritura.

Edad: 3 a 11 años

 

7. ACTIVIDADES DE COMPRENSIÓN

También son muy útiles para digerir la lectura en puré y no en trozos grandes las actividades de comprensión. Hay miles: lista de nuevas palabras; ¿De qué te acuerdas?; clasificación de personajes; cuéntalo a tu manera; cambia el título; identifica la presentación, el nudo y el desenlace; apunta las palabras que no entiendes y búscalas en el diccionario; averigua cuándo y dónde sucede la novela; reconoce en una lista de frases del cuento las verdaderas y las falsas.

Edad: de 6 a 14 años

 

8. LOS PASATIEMPOS

Crucigramas, sopas de letras, búsqueda de errores y gazapos... todos estos juegos que tanto entretienen en un tren o en un autobús ayudan a los chicos a interesarse por la lectura y sus entresijos.

Edad: de 8 a 18 años.

 

9. EL MERCADO DE LIBROS

Con la hipocresía que nos caracteriza a los adultos a veces les decimos a los niños que tienen que leer y que no han de buscar actividades lúdicas para hacer más atractiva la lectura; que el aprendizaje requiere mentalidad de sacrificio y todas esas cosas... Pero si nos fijamos en la forma que tenemos de comportarnos los mayores, debemos reconocer que en muchas ocasiones no escogemos el libro porque estemos muy interesados en su lectura, sino porque está de moda, porque su portada nos ha entrado por los ojos, porque nos lo ha firmado el autor en una feria del libro, porque da prestigio poseer un ejemplar o porque angustia el no poder decir que ya tienes el best seller del año en la estantería.

Jugar a las ferias del libro en el colegio es interesante; que los alumnos compren y vendan libros, los sorteen en una tómbola o se los cambien entre ellos sirve para que los niños y los adolescentes reconozcan que los libros tienen un valor como objeto simbólico además del que ofrece el texto en su interior.

Edad: de 3 a 18 años.

 

10. ESCENARIOS

Convertir el aula o la biblioteca en un escenario donde recrear partes de la novela o historias imaginadas a partir de las secuencias del libro es, además de divertido, un buen ejercicio para sacar provecho en grupo de la obra leída. Un viaje dentro de la clase, la búsqueda del tesoro, una representación humorística de un romance amoroso...

Edad: de 3 a 18 años.

 

11. JUEGOS DE EMPATÍA

Una de las grandes ventajas de la literatura tiene que ver con el entrenamiento de la empatía, que es quizás la virtud de la mente humana más apreciable. Para ponerse en lugar del otro y de sus sentimientos y emociones se puede: representar con mímica las sensaciones de un personaje ante una comida agradable o desagradable, ante un gesto de violencia o de cariño, ante un peligro, ante la espera de una noticia trascendente: miedo, asco, susto, enfado, desesperación, gusto, placer, sosiego...

 

Otro ejercicio muy interesante, que puede surgir a partir de muchas novelas realistas, consiste en argumentar desde el punto de vista del que opina de forma contraria. Ponerse los chicos en el lugar de las chicas, los ricos en el lugar de los pobres, los pacíficos en el lugar de los violentos y argumentar desde sus puntos de vista...

Edad: de 8 a 18 años.

 

12. LA MAGIA

La magia conmueve a los niños: los juegos de la magia comparten la estructura del género negro al desarrollar la categorías del misterio, la sorpresa y la intriga. Utilizar objetos mágicos, pociones, dejar libros con páginas en blanco que hay que descifrar hacen que las novelas sean mucho más golosas y que los pequeños se motiven por descubrir los misterios que esconde la novela.

Edad: de 3 a 10 años

 

13. INVESTIGACIÓN

Hacer de periodistas que localizan a un escritor y descubren cosas de su vida y de su obra facilita el interés de los chicos por la literatura y por el conocimiento de las peculiaridades de la creación y de sus creadores. Gracias a Internet la investigación sobre la vida y la obra de los autores resulta más asequible a los alumnos de primaria y secundaria.Edad: de 10 a 18 años

 

14. ANÁLISIS SECUENCIADO

El profesor relata un cuento. A continuación les presenta a sus alumnos de forma desordenada un grupo de viñetas que secuencian el texto. Los niños tienen que ordenar las escenas. Una vez que se han secuenciado las ilustraciones el profe cambia alguna de orden y les pregunta si eso es posible o si el cuento pierde su funcionamiento y comprensión.

Edad: de 3 a 8 años.

 

15. VAMOS A MERENDAR

Esta técnica se realiza en el comedor del colegio o en el aula: el profesor utiliza algunos de los utensilios e ingredientes de una merienda para contar el cuento de los tres cerditos. Los niños le acompañan escenificando la historia: tres galletas son los tres cerditos y un plátano es el lobo. El tenedor sirve para segar y construir una imaginaria casa de paja, el cuchillo para cortar troncos como lo hace un hacha y construir una casa de madera. La cuchara para hacer cemento y levantar una casa de ladrillo. El plátano, al que se le ha moldeado una boca y un rabo, persigue a las galletas después de soplar y derribar las casas de paja y madera. El tazón boca abajo es la casa de ladrillo... allí se pueden refugiar las galletas cuando el lobo trata de comérselas. Sobre este juego se pueden hacer variaciones introduciendo cereales o colines para construir las casas o regalices para hacer los ladrillos.

Edad: de 3 a 8 años.

 

16. EL CUENTO MOTRIZ

Los planes educativos actuales insisten en la necesidad de fomentar la lectura en todas las áreas y asignaturas. Quizás las que parecen más distantes para este objetivo son la literatura y la educación física. Hay una dinámica llamada el cuento motriz que las acerca: el profesor (mejor aún con la ayuda de los alumnos) escoge un cuento o novela en el que el protagonista utilice sus destrezas físicas para superar los obstáculos de la aventura: Tarzán de los monos, Harry Potter, Kika Superbruja, Los cinco secretos... Posteriormente adapta los ejercicios físicos que utilizan los alumnos en sus entrenamientos y preparación física a la representación imaginaria de algunas de las escenas del texto: si a los niños o jóvenes les toca aprender el salto de longitud o el triple salto durante ese curso se busca una escena en la que el protagonista salta un río para huír de los adversarios; si lo que necesitan es hacer carreras de velocidad, se dibuja un circuito que represente el escenario urbano por el que escapa a toda prisa el perro Bambulo de las novelas de --Bernardo Atxaga--. Más divertido aún es imitar a Tarzán de los monos con una tirolina o a algún pirata del Caribe que en la piscina municipal huye nadando de los disparos de pelotas de foam que lanzan los soldados británicos.

Edad: de 3 a 16 años.

 

17. CONVERTIR UNA NOVELA EN UN JUEGO ESCOLAR

Hay novelas que se desarrollan en un centro escolar. Por ejemplo, la divertidísima historia Caca de vaca , de Ann Fine, narra la historia de un niño que invita a su amiga, la vaca del vecino, a que acuda al patio de su colegio el día de la tómbola escolar. El patio ha sido dividido en 100 cuadrículas. La rifa la ganan los niños cuyos números coincidan con el cuadro donde la vaca se ha hecho caca. ¿Qué tal si, después de leer esta historia, les animamos a los alumnos a que la pongan en práctica? Pero esto se puede hacer con esta novela y con otras muchas cuyos argumentos se pueden trasladar de una manera u otra a la vida escolar.

Edad: de 3 a 18 años.

 

18. BIOGRAFÍAS DE PROFESORES

No es habitual que los niños y los adolescentes se interesen por el género de la biografía, a no ser que el protagonista sea un familiar o alguien que conocen personalmente (el abuelo que ganara una batalla como decía el poeta León Felipe, el tío de América que se hizo millonario tras encontrar una mina de diamantes, el vecino ahora anciano, que ganó tres copas de Europa como jugador del Real Madrid...). Para asegurar un gran interés antes, durante y después de la lectura, proponemos que los profesores reúnan en un documento algunas anécdotas, datos y experiencias de su vida que sean intensas y puedan sorprender a sus alumnos... Tengamos en cuenta que cotillas somos todos... nuestro afán por conocer detalles de las vidas ajenas surge muy pronto: a los tres años ya queremos saber cómo es la casa de nuestro profe o si tiene hijos, o si le gusta jugar con muñecas y cocinitas.

Edad: de 3 a 18 años.

 

Con permiso de su autor, del libro de Chema Gómez de Lora: "Manual de Litera Infantil y Juvenil".

Publicado en Madrid, Ed. CCS, 2009 // Prohibida su reproducción, total o parcial, sin permiso de su autor.

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